jueves, 25 de mayo de 2017

Romería La Aldea del Obispo 2017


La Aldea del Obispo es un pueblo de poco más de 200 habitantes. Durante el invierno sus calles están desiertas y en el colegio sólo estudian 15 niños. Con la Semana Santa y el verano sus calles se llenan de gente y de vida. La tercera fecha señalada en la que el pueblo entero sale de casa es la romería de San Isidro. Este año ha sido una jornada marcada por la ausencia de mucha gente, pero aún así en el campo se celebró la fiesta en honor a su patrón.


Grupo de amigos disfruta del día de romería | Irene Carvajal

San Isidro es el patrón de los aldeanos. Cada año, el sábado más cercano al 15 de mayo, se van de campo. La finca La Torre es el lugar elegido, propiedad del Ayuntamiento, pero alquilada por un vecino que nunca pone problemas a que la fiesta se celebre allí. Esta vez el campo parecía más vacío que nunca. Apenas 80 personas ocupaban sus "chiringuitos", montados por ellos mismos, y la tómbola que se organiza para obtener dinero para las fiestas, no contaba con más de 30 premios. Al menos, quienes estaban, tenían ganas de pasarlo bien y disfrutar.

 "Dj José Luis", en la romería de La Aldea del Obispo | Irene Carvajal

José Luis, vecino del pueblo, se dedica a poner música para los aldeanos siempre que hay una fiesta. Lo hace desinteresadamente, y con el único objetivo de animar a la gente. Aunque también ha costado que se arrancaran este año a bailar, al final ha llenado "la pista" y al ritmo de pasodobles, rumbas y pop español, como si de una verbena se tratase, ha amenizado el día.
 
Aldeanos de romería | Irene Carvajal

Los jóvenes, aunque pocos, no se pierden este día. Si no están ellos apoyando lo que se hace en el pueblo, "¿quién va a estar?" se preguntan. Óscar y Cristian han venido con cinco amigos y al final de la tarde sólo quedan ellos dos. Pero no importa cuántos sean, mientras haya comida, bebida, música, buen ambiente y buena compañía, por pequeña que sea, el resto sobra.

Los vecinos de este pequeño municipio cacereño saben que su pueblo no tiene recursos para hacer grandes cosas, pero sí alberga un privilegio alcanzable por muy pocos: si un día de romería vas al campo sin compañía, siempre tendrás una mesa donde comer, un amigo con el que bailar y un trago de vino que beber. Porque ese es el secreto de los pueblos como La Aldea del Obispo: la solidaridad y la familiaridad por encima de cualquier cosa.

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